miércoles, 30 de abril de 2008


Necesitas una botella de whisky frente a vos para nombrarme, y echarle la culpa al licor. ¿Quién tiene en cuenta lo que dice un tipo con un vaso en la mano? Hasta a vos te da la sensación de que lo que decís en esa circunstancia es una especie de mentira delirante. ¿Podré creerte, en realidad podré creerte, o sos un invento, una mentira, como todo? Porque bastó una tontería, una cosa de nada, un desencuentro, para que te alejaras pensando que tenías razón que no se puede creer en nadie. No sé cuánto te habrás herido, pero sé cuánto fui herida yo.

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